Si bien la cultura en pro de esterilizar a las mascotas está cada vez más normalizada, el celo de perras y gatas es un evento biológico del cual conviene estar informado.
Se entiende como “celo” al momento en el que las hembras manifiestan conductas que indican a los demás individuos de su especie que se encuentran en un periodo fértil.
La primera manifestación de esta conducta marca el inicio de la pubertad en las hembras de todos los mamíferos. Existen dos diferencias abismales entre el celo de las perras y las gatas: la periodicidad y los cambios físicos durante este periodo.
En el caso de las perras, los cambios físicos son muy evidentes. En una cachorra, la vulva es apenas evidente debajo de la región perineal; sin embargo, conforme se aproxima la pubertad, aumenta de tamaño y es más visible. Días después expulsará una secreción sanguinolenta por un periodo que va de los nueve a los 40 días, siendo lo más común un periodo de 20 días.
Después de que termina este periodo de sangrado, pasarán entre 4 y 6 meses para que la perra manifieste de nuevo esta conducta reproductiva, o como se le conoce comúnmente, entre en celo nuevamente.
Durante el celo las perras son más activas, territoriales, juguetonas y buscan mayor contacto físico. También ladran y orinan con mayor frecuencia, pudiendo orinar en lugares que habitualmente no lo hacen.
Debes llevar un registro del inicio y final del sangrado, así como del intervalo entre cada celo. Verifica que siempre sea de color rojizo, si hay un cambio en la secreción es necesario que acudas al veterinario para una revisión.
También debes considerar que la esterilización reduce la probabilidad de tumores mamarios e infecciones uterinas (esta última la elimina por completo). Sin embargo, debe evitar realizarse durante el periodo de sangrado, puesto que aumentan los riesgos quirúrgicos, pues los órganos reproductivos tienen una mayor irrigación sanguínea durante este periodo.
No debes impedir el lamido constante de la región genital, ten en cuenta que esta es una conducta típica de su higiene.
Si el sangrado tiene una duración mayor a 40 días, su comportamiento cambia drásticamente o el color de la sangre es diferente, debes acudir inmediatamente a consulta médica. Cualquiera de estos signos sugieren una infección en el aparato reproductor.
Las gatas tienen características completamente diferentes a las perras. Por un lado, los cambios físicos con ellas son imperceptibles, ya que no hay sangrado por la vulva en ningún momento y la conducta es lo que determina que el celo ha iniciado en ellas.
Otro factor determinante es la exposición a la luz. Las gatas necesitan percibir al menos 12 horas de luz diurna para entrar en celo. En países cercanos al ecuador, como México, la luz solar se mantiene constante durante casi todo el año, por lo que las gatas pueden entrar en celo de manera frecuente desde los cinco meses de edad.
Durante cinco a seis días, una gata en celo puede manifestar las siguientes conductas:
Pasado este tiempo, empezarán a estar más tranquilas y regresarán a la actividad normal por aproximadamente siete días. El ciclo se repetirá hasta que ella quede gestante o la duración del día sea menor a 12 horas por un mes consecutivo. En México este periodo de poca luz es casi imperceptible y por ese motivo entran en celo prácticamente todo el año.
Lo primero es planear junto con el médico veterinario el momento idóneo para esterilizarla, ya que muchas de estas conductas suelen reducirse tras la cirugía. Otras recomendaciones son:
Por último, es importante mencionar que tanto perras como gatas presentarán el celo durante toda su vida. Cuando envejecen, la conducta de celo puede ser más discreta e inclusive imperceptible; sin embargo, los cambios hormonales al respecto de las hormonas sexuales permanecen activos.